Después de ser presentada en la sección de Competencia de Largometraje Mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia (en donde ganó dicho premio), Oso Polar llega a las salas mexicanas este 10 de noviembre, tras haber conquistado a la crítica de cine en el Festival de Festivales de cine en México en la ciudad moreliana.
Este largometraje, el tercero en la filmografía del mexicano Marcelo Tobar (a quien recordamos con afecto por su filme anterior Asteroide, de lo más destacado del 2014), nos presenta la historia de Heri (Humberto Bustos), un exseminarista que está por reunirse con Flor (Verónica Toussaint) y con Trujillo (Cristian Magaloni) para ir a una fiesta de exalumnos de la primaria. Para llegar a dicho evento, tendrán que atravesar la Ciudad de México en un Ford 1982 de la mamá de Heri.
Nuestro protagonista, a quien le gusta llevar siempre una cámara consigo porque disfruta “grabar momentos”, emprende el camino con sus dos amigos, haciendo que la dinámica dentro del auto cambie el tono de la película hacia uno más oscuro según avanza el recorrido. Así, nos damos cuenta de que Heri fue, de los tres, el niño víctima de bullying, y descubrimos que, a pesar del tiempo, esas dinámicas no han cambiado: ahora como adultos, Heri sigue siendo el blanco de los ataques de sus acompañantes.
La película de Tobar aborda múltiples temas en este viaje por distintas zonas de la Ciudad de México: desde el racismo y la discriminación —¿acaso solo los güeritos pueden ser jefes de una tienda de conveniencia?— hasta críticas ácidas hacia la Iglesia. También toca el machismo, pero sobre todo explora la violencia inherente en conductas que hoy normalizamos, en un país que carece de una cultura para reflexionar sobre el otro, sus inquietudes y necesidades. Como se ha discutido antes, la discriminación y el racismo no siempre vienen de un estrato social superior; a veces, como vemos en la película, provienen de nuestros iguales.
Aunque superficialmente podría relacionarse con Después de Lucía por el tema del bullying, Oso Polar termina siendo una película muy superior, gracias a su poderoso cierre —aunque algunos sucesos previos no estén del todo justificados—. El verdadero tema de fondo es la violencia: cómo la ejercemos, cómo la reflexionamos y nuestro lugar en esa cadena. Un ejemplo clave es cuando Heri pide tolerancia, pero no respeta un “no” como respuesta al grabar a su pareja en la cama.
Como road movie urbana, en momentos evoca Los Caifanes o Güeros en su retrato de personajes y espacios citadinos, aunque actualizado a problemáticas contemporáneas. La escena de la fiesta clandestina en una azotea es uno de los momentos más incómodos de la cinta. El viaje a través de la ciudad sirve para mostrar la estratificación social y los arquetipos chilangos: el hipster, el chaka, el tendero, entre otros.
Oso Polar se erige como un parteaguas en la cinematografía nacional, no solo por su narrativa, sino por su producción: es la primera película mexicana filmada con distintos tipos de celulares, desde un iPhone hasta un Nokia, marcando un hito en la realización cinematográfica. Sin duda, lo más destacado de la competencia de largometrajes mexicanos del FICM 2017.
Be First to Comment