Presentada en México en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2017 y teniendo una corrida más comercial en la 63 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, llega la esperada cinta Loving Vincent, dirigida por la pintora polaca Dorota Kobiela y por Hugh Welchman en una coproducción entre el Reino Unido y Polonia.
Cualquier persona con interés por el artista —uno de los más influyentes del siglo XX— sabrá de los delirios depresivos a los que estaba expuesto Van Gogh, a los ataques epilépticos de los que era víctima y que se cortó la oreja, pero pocos conocen con certeza cuál es la explicación precisa de su muerte. En 1890, mientras permanecía en Auvers-sur-Oise, Francia, el atormentado artista murió de complicaciones por una herida de bala (probablemente autoinfligida) en el estómago. Según los informes, Van Gogh se atribuyó el mérito de haberse disparado a sí mismo, pero siempre ha habido dudas; es aquí en donde el ingenio de los realizadores entra en juego para poner en tela de juicio la causa de la muerte del afamado pintor.
La película arranca un año después de la muerte del pintor, cuando un joven Armand Roulin (Douglas Booth) es asignado por su padre a entregar una carta final —de las 8000 en las que está basada esta historia— de Van Gogh al hermano del pintor en París durante el verano de 1891, viajando de Arles (la ciudad francesa donde la locura de Van Gogh casi le gana) a Auvers-sur-Oise. Cuando éste descubre que Theo van Gogh también está muerto, se embarca en una búsqueda para comprender mejor qué condujo al suicidio (o asesinato) del artista. Lo que en principio parecería una biopic, se convierte en un thriller en donde el meollo del asunto es saber cómo murió el pintor; todo narrado con las pinturas —paisajes, personajes y autorretratos— del artista que, dependiendo del momento de su vida que es narrado, es también utilizado un estilo pictórico. Lo que se dice de la obra de Van Gogh, que sus pinturas per se tienen movimiento al verlas por determinado tiempo, ahora se ha vuelto realidad.
Si bien el estilo de la película es su sustancia, la trama no deja qué desear, ya que a través de la historia se logra uno de los objetivos de los realizadores: hacer el mayor número de referencias a la obras de Van Gogh como sea posible; así, la historia que en principio versa sobre la vida y muerte del mejor representante del postimpresionismo deja hablar a las propias creaciones para resolver el crimen de su creador, dando un entretenido tiempo sentado en la sala.
Encuentro dos problemas en Loving Vincent. El primero, acaso menor ante tal despliegue visual, es la parte final de la cinta en donde poco se sostiene y por momentos no llega a ningún lado, optando por un desenlace filosófico sobre la existencia humana. Aunado a ello, un distractor visual mayor ha sido la forma en que estuvo hecha la película, ya que rodarla primero con actores en vivo y luego rotoscopiarla (donde los marcos están pintados sobre metraje de acción real, una variación de la forma en que Richard Linklater abordó Waking Life o Walt Disney modeló el baile de Snow White) sólo hace que el espectador distraiga la mirada intentando reconocer a actores como Jerome Flynn de Game of Thrones.
Por supuesto, como el “padre del arte moderno”, Vincent Van Gogh fue la elección ideal para realizar este experimento en la animación rotoscópica de pintura al óleo. Para alguien que pintaba casi un cuadro diario, con periodos de trabajo muy intensos, que en momentos de depresión pudo hacer obras maestras como La noche estrellada, no hay mejor homenaje que replicar su historia tan trágica haciendo aún más entrañable el ver lugares de obras como La noche estrellada sobre el Ródano o La terraza de café por la noche. Personalmente, Loving Vincent me hace esperar con ansias un documental sobre la realización de esta película, el cual podría tener un mayor interés que la película misma; sólo imaginen el trabajo titánico de más de seis años de 125 pintores que fungieron como filtro de photoshop para realizar más de 65,000 cuadros que emulan el estilo de Van Gogh, haciendo de esta cinta, junto con Coco y Blade Runner: 2049, los tres logros visuales más disfrutables en lo que va del año.
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