El día de hoy hablaremos de una película mexicana que seguramente usted, querido lector, habrá visto con anterioridad; de no ser así, será un buen momento para conocer una de las mejores películas de cine negro mexicano, hablo de Distinto amanecer.
Contextualicemos. En la década de los años 40 y 50 se popularizó el género de cine Noir en Hollywood, siendo la característica más importante el presentar historias de una sociedad corrompida donde los protagonistas son antihéroes de un pasado misterioso; por su parte, la mujer cambia de rol para dejar de ser sumisa y convertirse en una femme fatale, entre otras características.
El término de cine Noir viene del francés y significa “cine negro”, inspirado en la serie Noir de libros de bolsillo de bajo costo que encontraron gran auge en Francia. En el cine Noir estadounidense, este tipo de películas en ningún momento engañan al espectador suponiendo que habrá un final feliz, además, todo el mundo siempre está fumando. La mejor película en la que podemos comprobar lo anterior es Out of the Past, en la que Robert Mitchum y Kirk Douglas fuman furiosamente. Aunado a ello, si usted quiere comenzar a ver algunas cintas indispensables del género, recomiendo ver The Third Man (1949), Touch of Evil (1958), o The Big Sleep (1946).
En México, el cine negro puede rastrearse desde los años 30 con la película de Alejandro Galindo Mientras México duerme (1938); con ella emerge un cine negro sustancial que se plasmará en años posteriores en cintas como Distinto amanecer (1943), La otra (1946), La diosa arrodillada (1947) y La noche avanza (1952). En estos filmes la noche se impone al día, la moral se corrompe y la ciudad es testigo de perversos crímenes. (Véase Noir Mex: el cine negro mexicano, consultado en http://moreliafilmfest.com/noir-mex-el-cine-negro-mexicano/ el 11 de julio de 2016).
Distinto amanecer significó el cuarto largometraje de Julio Bracho, quien fuese el director de cine más cotizado en la época, llegando a cobrar hasta 70 mil pesos por película. La cinta estrenada en el año de 1943 y producida por Films Mundiales, contó con un reparto de personalidades fílmicas como Pedro Armendáriz, Octavio Martínez, Andrea Palma ‒hermana del director‒, y Alberto Galán. Además, Distinto amanecer tuvo la colaboración en el guion de Xavier Villaurrutia y la fotografía del maestro Gabriel Figueroa. El filme se enclava dentro del cine negro mexicano y es, acaso, la obra que mejor hace uso de recursos narrativos notables y por los cuales vale la pena verse.
La historia comienza ambientada en la Gran Convención Obrera, y nos presenta el asesinato de un líder sindical ordenado por el corrupto gobernador Vidal (Enrique Uthoff), posteriormente, observamos a Octavio (Pedro Armendáriz), compañero del líder sindical asesinado, quien tiene como objetivo dar a conocer la información a su disposición para hundir a Vidal y su red de cómplices.
Por tanto, al inicio del filme vemos a Octavio siendo perseguido por un tipo de anteojos de apellido Ruíz (Octavio Martínez). Así, nuestro protagonista, a manera de despiste, entra a un cine; en éste se sienta a lado de una dama de la cual la oscuridad del recinto no deja verle el rostro y con la cual tiene una discusión un tanto graciosa sobre lo correcto de encender un cigarrillo en un lugar público. Paradójicamente, la cinta que se proyecta en la sala de cine es la ópera prima de Julio Bracho ¡Ay qué tiempos señor Don Simón!, hecha apenas dos años antes.
Al ver que Ruíz entró al cine también, Octavio se traslada al baño; ahí la misteriosa mujer de las butacas se le ha adelantado y con la esclarecedora luz del cuarto se reconocen uno al otro, ambos fueron amigos en la universidad. La mujer que ahora reconocemos como Julieta (una hermosísima Andrea Palma), ayuda a Octavio a escapar del baño. Al llegar a la casa de Julieta, en la que vive con su esposo Ignacio, los tres comienzan a recordar su pasado; ahora sabemos que fueron compañeros universitarios, amigos y algo más. No se preocupe, no le he contado ni quince minutos del filme.
La historia es interesante en el sentido de los recursos narrativos de los que Julio Bracho se vale y por los cuales la misma adquiere su importancia. El largometraje se siente adelantado a sus contemporáneas mexicanas, es una película inteligente, lo reitero, en los recursos narrativos de los que hace uso. Veamos.
Puede ser encapsulada como un thriller, pues cumple con las características de resolver una causa apremiante en un determinado tiempo; además es un salto, en cierto sentido, hasta policiaco; aunado a ello, podemos observar una característica especial en el filme, esto es, que en pocos ambientes y encuadres nos muestra una Ciudad de México distinta, oscura, fotografiada por Gabriel Figueroa, misteriosa.
Ahora bien, hay cosas sumamente destacables en la estructura fílmica. Bracho emplea pistas que deja a lo largo del metraje para la resolución y deslindamiento de un crimen. –De aquí en adelante espero que el querido lector haya visto la película, de no ser así, lo invito a regresar a este texto una vez vista la cinta‒. Por ejemplo, la bolsa de bisquets que se utiliza a manera de elipsis de forma notable. Así como usted recordará aquella escena de asesinato en donde se hace uso del sonido de un organillero para ocultar el crimen; todo esto al igual que el personaje de un niño, el cual parecería no tener ningún sentido en la trama, pero al que Bracho le da una funcionalidad, acaso determinante.
A esto se suma que la ambientación del cabaret en donde se desarrolla un momento climático es prodigiosa, y la secuencia que sucede en el mismo es por demás intrigante y bella; baile y encanto se conjugan en Julieta y Octavio. Es aquí donde los recursos técnicos se hacen visibles con mayor soltura: la cámara observa a la protagonista por una ventana de un cuarto por la que podemos verla hablar, pero no sabemos qué dice, ya que el ruido externo del cabaret no lo permite. Lo que ocurre adentro es determinante en lo que sigue del filme y lo desconocemos. Maravilloso.
Quizá la cinta no sea la mejor de toda la filmografía de Bracho, pero en lo personal me gusta muchísimo y, sin duda alguna, a usted también le gustará.
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