Nota del editor: Este texto lo realicé el día posterior al estreno de Gravity para Visordecine.net.
Una de las películas más esperadas de esta temporada, tanto por sus impresionantes números en la taquilla norteamericana como por la gran cantidad de críticas positivas que ha recibido, se estrenó ayer en México y en varias partes de América Latina. Ver Gravity, del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, es una experiencia vital.
La trama es sencilla: dos astronautas, Ryan Stone (Sandra Bullock), quien se encuentra en su primera misión espacial, y el experimentado Matt Kowalsky (George Clooney), quedan varados en el espacio tras una serie de infortunios. A partir de ese momento, su deseo de supervivencia y su lucha contra lo inevitable se vuelven el eje de la película. Con una duración de hora y media, Gravity centra todo su potencial en la acción.
La profundidad de los personajes no va más allá de generar empatía a través del deseo natural del ser humano por sobrevivir, y es precisamente aquí donde reside uno de los grandes aciertos de la película. El guion es sencillo pero reflexivo, dependiendo mucho del punto de vista del espectador. La actuación de Sandra Bullock cumple de manera aceptable con lo que el personaje requiere, al igual que la de George Clooney; esto responde a la falta de complejidad en el guion, que es plano y de narrativa lineal.
La fotografía, a cargo de Emmanuel “El Chivo” Lubezki, es fundamental, y más aún en una película como esta que, si bien mantiene un corte narrativo clásico, también presenta una propuesta visual completamente nueva. El proceso de filmación fue innovador: primero se creó toda la animación digital; después, se insertaron los actores, y mediante luces LED se proyectó sobre ellos el ambiente animado, de modo que el entorno correspondiera con lo previamente diseñado. Para lograrlo, los actores memorizaron complejas coreografías que debían ejecutar a la perfección para no desfasarse de la animación.
Cuarón juega con el lenguaje cinematográfico y con la falta de gravedad para hacer del 3D una experiencia inmersiva, muy por encima de las bases planteadas en los últimos años. Explota la tecnología al máximo sin renunciar al lenguaje narrativo clásico. Un ejemplo notable es el plano secuencia inicial de 13 minutos: fascinante, apabullante, portentoso, lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. No hay un solo corte, y la cámara fluye de la tercera persona a la primera, convirtiendo al espectador en un ente más dentro del espacio. La música acompaña con precisión cada movimiento.
Sin duda, ver Gravity es una de las mejores experiencias que puede tenerse como audiencia: es una película apabullante. Pocas veces se siente tan necesario ver un filme en 3D; Gravity es, sin duda, uno de esos casos. Está totalmente concebida para disfrutarse en una sala IMAX o 3D; desgraciadamente, perderá parte de su impacto si se ve en un formato convencional 2D.
Hay que reconocer la enorme aportación de Alfonso Cuarón al cine en cuanto a avances tecnológicos con esta película. Sin embargo, también es importante señalar la falta de profundidad en el guion, una decisión que parece deliberada, para que el espectador complete por sí mismo la reflexión sobre la pequeñez humana frente al vasto universo.
Cuarón se ha posicionado como el mejor director mexicano que trabaja en el extranjero. Ya había demostrado su potencial con Children of Men (2006) y ahora lo reafirma con esta cinta. El equilibrio entre reflexión y despliegue tecnológico lleva la experiencia cinematográfica a un nuevo nivel. Gravity se inscribe así en la historia del cine junto a obras como 2001: A Space Odyssey, Solaris y Star Wars, posicionándose como la mejor película del género espacial en los últimos años y, sin duda, como una referencia obligada para las futuras generaciones de cineastas.
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