En ‘The Substance’, Coralie Fargeat presenta una visión visceral y escalofriante sobre la obsesión con el cuerpo femenino en la industria del entretenimiento. En un género tradicionalmente dominado por la mirada masculina, que ha explorado horrores relacionados con la menstruación, el embarazo y la maternidad a través del cuerpo de la mujer, esta película destaca al centrar su enfoque en una etapa menos explorada: la adultez y el envejecimiento. Si bien muchas películas de terror han utilizado las transformaciones físicas del cuerpo femenino como metáforas del miedo (con ejemplos como ‘El bebé de Rosemary’ y ‘Ginger Snaps’), ‘The Substance’ pone el foco en la transición hacia la “obsolescencia” que la sociedad impone a las mujeres mayores de 50 años.
El filme sigue a Elisabeth Sparkle, interpretada por Demi Moore, una exestrella de cine convertida en presentadora de un programa de fitness. Elisabeth se encuentra atrapada en una sociedad que venera la juventud y desprecia el envejecimiento, reflejando la realidad que muchas mujeres enfrentan en una industria que las descarta cuando ya no cumplen con sus estándares estéticos. Deprimida, Elisabeth decide probar una droga experimental llamada “La Sustancia”, que promete recrear una versión más joven y perfecta de sí misma. Este pacto fáustico, evocando obras como ‘El retrato de Dorian Gray’, introduce a Sue, su joven replicante, en un macabro juego de poder. En donde la condición es mantener la doble vida cada 7 días en un intercambio de cuerpos eterno. Las consecuencias de romper la regla se verán reflejadas siempre en el otro cuerpo.
Fargeat utiliza el horror corporal para criticar tanto la obsesión cultural por la juventud como la cosificación del cuerpo femenino. En este sentido, la película cuestiona las normas sociales que exigen a las mujeres cumplir con estándares inalcanzables de belleza, mientras explora las consecuencias de la búsqueda obsesiva de la eterna juventud. Como en otros filmes de horror corporal, la manipulación del cuerpo trae consecuencias desastrosas; además, en este caso, es la identidad lo que está en juego. Al crear una versión mejorada de sí misma, Elisabeth pierde el control sobre su propia vida y su futuro, ya que Sue amenaza con reemplazarla por completo. El equilibrio y sueño de una juventud eterna es imposible.
Fargeat fusiona estos elementos con una aguda crítica a la mirada masculina, La figura de Harvey, interpretada por Dennis Quaid, encarna la crueldad masculina en la historia. Este despiadado ejecutivo del entretenimiento personifica la mirada masculina que cosifica y controla los cuerpos de las mujeres. Harvey no solo supervisa la carrera de Elisabeth, sino que la reduce a su apariencia física, sin importar sus capacidades o logros anteriores. Su actitud hacia ella y otras mujeres de la industria refleja el sexismo sistémico que prevalece en muchos sectores, donde el valor de las mujeres está intrínsecamente ligado a su juventud y apariencia.
La película también rinde homenaje a la tradición del horror corporal de David Cronenberg, evocando influencias de filmes como ‘Crimes of future (1970)’ y ‘Re-Animator’, con grotescas transformaciones físicas y el uso de fluidos corporales para crear una atmósfera perturbadora. Más allá del horror sobre la manipulación del cuerpo, la película es una crítica profunda a la cosificación del cuerpo femenino en la cultura moderna. Al explorar las consecuencias de la obsesión por la juventud y la perfección física, Fargeat se une a una larga tradición de cine de terror que utiliza el cuerpo femenino como terreno para el miedo, pero lo hace desde una perspectiva femenina, ofreciendo una nueva visión sobre el envejecimiento, la identidad y la resistencia. Al final, ‘The Substance’ plantea una pregunta crucial: ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra identidad -física, moral, ética- para cumplir con los ideales imposibles de belleza y juventud?
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