La trilogía “X” de Ti West, compuesta por “X”, “Pearl” y ahora “MaXXXine”, ha sido una exploración entretenida del cine de terror, con un enfoque particular en los excesos y contradicciones del mundo del entretenimiento a lo largo de las décadas. Esta entrega es un cierre logrado para una serie que había sorprendido por su audacia estilística y narrativa.
Ambientada en el sórdido Hollywood de 1985, “MaXXXine” retoma la historia de Maxine Minx (Mia Goth), quien tras sobrevivir a la masacre de “X” persigue su sueño de convertirse en una estrella de cine convencional. Mientras un asesino en serie acecha en la ciudad y las políticas de censura se intensifican, Maxine encuentra una oportunidad con la secuela de terror “The Puritan II”. Sin embargo, su camino se ve amenazado por una serie de asesinatos que la involucran de manera indirecta y por figuras del pasado que resurgen para acecharla.
A nivel visual, West y el director de fotografía Eliot Rockett logran capturar la atmósfera del Hollywood de los 80 con una mezcla de glamour decadente y suciedad urbana, evocando la obra de Brian De Palma en “Body Double” y la estética de Michael Mann. La banda sonora de Tyler Bates, cargada de sintetizadores, refuerza esta sensación de estar inmerso en un thriller de la era dorada del VHS. Pero más allá de esta recreación, la película parece vacía, sin la profundidad temática que caracterizó a sus predecesoras.
El mayor activo de “MaXXXine” sigue siendo Mia Goth, cuya actuación es magnética y visceral. Su Maxine es una figura contradictoria: vulnerable y feroz, dispuesta a todo por lograr la fama. Sin embargo, la película le quita parte de la chispa que hizo al personaje tan memorable, convirtiéndola en una figura reactiva en lugar de la fuerza impulsora de la trama. Por otro lado, Elizabeth Debicki brilla como la directora de “The Puritan II”, ofreciendo una actuación que roba escenas y opaca a Goth en varios momentos, una dinámica que termina por diluir el protagonismo de Maxine.
El mayor desacierto de “MaXXXine” es su falta de dirección clara. Mientras que “X” homenajeaba a “The Texas Chain Saw Massacre” y “Pearl” reimaginaba el melodrama technicolor de Douglas Sirk y aquella atmosfera de los años cincuenta, esta tercera entrega parece dispersa en sus referencias, acumulando imágenes icónicas (como la casa de “Psycho” o el cartel de “St. Elmo’s Fire”) sin cohesión. La historia de asesinos seriales, detectives privados y el comentario social sobre la censura y el satanic panic de los 80 nunca se fusionan en algo que trascienda.
West intenta abordar la hipocresía de una sociedad que consume violencia y sexo mientras los condena, pero el mensaje se siente superficial. Lo que podría haber sido una exploración mordaz de la cultura de Hollywood y sus códigos de poder termina siendo una experiencia que carece de la fuerza y el impacto emocional de las entregas anteriores. A pesar de sus fallas, “MaXXXine” sigue siendo un testimonio del talento de Goth, quien ha consolidado su estatus como una de las actrices más interesantes del género. Su presencia en pantalla es lo que mantiene la película a flote. En definitiva, “MaXXXine” es un cierre regular para una franquicia que comenzó con fuerza.
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