Anora, la más reciente película de Sean Baker, presenta una arriesgada y fascinante reinterpretación del tradicional cuento de hadas, un relato en el que la “Cenicienta” no es una joven destinada a encontrar el amor puro, sino una mujer que, a través de su trabajo como escort, navega las turbulentas aguas de las expectativas sociales y los contratos emocionales. Con un toque de comedia negra y un giro irónico hacia la tragedia, Anora no solo reflexiona sobre la desigualdad social y económica, sino que también aborda las complejidades del trabajo sexual, mostrando tanto su cruda realidad como sus momentos de brillantez humana.
La historia sigue a Ani (interpretada magistralmente por Mikey Madison), una stripper de Nueva York de ascendencia rusa, que encuentra en su trabajo una vía de supervivencia, lejos de los ideales románticos de un “príncipe azul”. Su vida da un giro inesperado cuando conoce a Vanya (Mark Eydelshteyn), el hijo de un oligarca ruso. Vanya, a pesar de su inmadurez y falta de dirección, se enamora de Ani y, a través de una serie de eventos desmesurados, la lleva a Las Vegas, donde se casan en una capilla a medianoche, buscando la estabilidad que Ani ha ansiado. Sin embargo, la historia da un giro oscuro cuando la familia de Vanya decide intervenir, tratando de destruir la relación y traer a Ani de vuelta a su “lugar”, sin tener en cuenta sus deseos y su dignidad como persona.
Baker, conocido por sus retratos de personajes marginales en Tangerine (2015) y The Florida Project (2017), utiliza el escenario de Nueva York y su turbulenta vida nocturna para exponer las contradicciones de una sociedad obsesionada con el dinero y el estatus. La película se distingue por su tono multifacético: es al mismo tiempo una comedia negra de caos y un estudio emocional profundamente humano. La interpretación de Mikey Madison, quien se aleja de su papel en Érase una vez en… Hollywood (2019), es una de las piezas centrales del filme. A través de su actuación, Ani no es solo una mujer atrapada en un sistema de explotación; es una persona real, llena de deseos, vulnerabilidad y fuerza. Madison ofrece una interpretación que va más allá de los estereotipos, mostrando la capacidad de Ani para mantener su dignidad frente a la deslealtad y la violencia que la rodean.
El tema de la clase y el trabajo sexual es tratado con una sensibilidad interesante. Baker, lejos de juzgar a sus personajes, crea un espacio en el que sus decisiones se entienden dentro del contexto de una lucha diaria por la supervivencia. En este sentido, la película puede recordar a otras películas de Baker, como Starlet (2012), donde el trabajo sexual es examinado no desde una perspectiva moralista, sino como una respuesta a las circunstancias. Sin embargo, Anora lleva este enfoque aún más lejos, mostrando no solo la crudeza del trabajo, sino también la forma en que las mujeres, a pesar de estar atrapadas en sistemas de poder, pueden encontrar formas de resistir y mantener su dignidad.
El contraste entre el lujoso pero frío mundo de Vanya y la cruda realidad de Ani es una de las fuerzas visuales de la película. Baker utiliza una paleta de colores que captura la dualidad de estos mundos: mientras las mansiones y los lujos se muestran fríos y deshumanizantes, las escenas en los clubes nocturnos y las calles de Nueva York tienen una energía vibrante, llena de vida, aunque marcada por la precariedad. Esto no solo es un comentario sobre la economía, sino también sobre las diferentes formas de poder que se ejercen en las relaciones humanas.
Uno de los aspectos más interesantes de la película es la forma en que se juega con las expectativas del espectador. El matrimonio de Ani con Vanya, aunque aparentemente un sueño hecho realidad, se convierte en una pesadilla cuando se revela que las promesas de amor y seguridad son tan fugaces como las fantasías que las alimentan. El sistema que alimenta esta relación está destinado a colapsar, pero el viaje emocional que emprende Ani a lo largo del proceso es lo que realmente conmueve al espectador.
En definitiva, Anora es una obra que no solo brinda una mirada al trabajo sexual desde un enfoque empático, sino que también cuestiona las dinámicas de poder, amor y clase en el contexto de una sociedad obsesionada con el dinero. Baker, con su característico estilo dinámico y su aguda crítica social, ofrece una película que es tanto divertida como devastadora, dejando al público con una reflexión profunda sobre las formas en que, a veces, el precio de la supervivencia es mucho más que económico. Finalmente, nos deja con uno de los bailes más icónicos del cine contemporáneo y una de las escenas finales más tristes del 2024.
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